miércoles, 4 de febrero de 2009





Hidan” proviene de Yugakure, un pueblo que pretendió haber olvidado la guerra. Incluso con la “Gran Guerra” desaparecida del mundo y las aldeas ocultas reducidas a los poderes militares, aquellos con una abundancia de la naturaleza y recursos turísticos adquirieron una posición positiva en los nuevos tiempos. Hidan, que había vivido como un shinobi constantemente motivado para las luchas, creció frustrado y descontento con este nuevo pacifismo, y eventualmente dirigió sus sentimientos en contra de la aldea misma. Era inevitable que la recién encontrada religión de Jashin posara sus ojos sobre él. Las enseñanzas de la religión probaron tener abundantes elementos que afirmaron los propios deseos de Hidan. Provocó una matanza en su aldea y se fue de allí.


Posee una inmortalidad (o más específicamente, una invencibilidad) en apariencia absoluta. Aunque le corten la cabeza, le atraviesen el corazón, o lo desmiembren, él sigue vivo, aunque es incapaz de recomponerse sin ayuda de otro. Es un fanático de la ficticia religión de Jashin, cuyo precepto es la Masacre Total.

Su arma es una gran guadaña de tres hojas cuyo mango puede alargar, aunque reconoce que su ataque es uno de los más lentos de Akatsuki. Sin embargo, el ataque principal de Hidan es mucho más elaborado. Una vez que consigue herir a su oponente, toma unas gotas de la sangre de éste de su guadaña, y empieza un ritual de sacrificio relativo a su religión, con el que maldice a su enemigo. Para ello, dibuja en el suelo un círculo con un triángulo inscrito, con su propia sangre, y su piel cambia de aspecto, volviéndose blanca y negra, y dándole un aspecto que recuerda vagamente a un esqueleto. Mientras Hidan esté dentro del círculo, cualquier daño que se haga a sí mismo o que otro le haga, se refleja automáticamente en aquel a quien maldijo al beber su sangre. Puesto que Hidan no puede morir por mucho daño que se realice en su propio cuerpo, puede conseguir con esto la muerte de cualquiera, generalmente atravesando su propio corazón, aunque a veces prefiere jugar con su presa, hiriéndose antes en otros puntos.

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